La norma UNE 149101 hace referencia a los criterios de aptitud de los equipos de acondicionamiento de agua en los edificios. Afecta a sistemas como filtros, sistemas de ósmosis inversa o descalcificadores, instalados en edificios públicos o bien en el ámbito privado del hogar o de empresa.
Cumplir con los requerimientos técnicos que se exigen a los equipos de acondicionamiento de agua para consumo humano es una máxima por la que debe velar todo fabricante y distribuidor de soluciones para el tratamiento del agua. Por eso, los equipos que vendemos en Grupo Idris están certificados y cumplen la norma UNE 149101, que es la que exige la legislación española.
En este post te explicamos en qué consiste y qué es lo que garantiza esta norma publicada en el 2011 y actualizada en 2015.
La mención de la norma UNE 149101 en el Real Decreto 140/2003
El Real Decreto 140/2003, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano, establece que los fabricantes de aparatos de tratamiento de agua en instalaciones interiores deberán cumplir con la norma UNE 149101.
De esta forma, la sitúa como la norma estándar para que se garantice el cumplimiento de los criterios básicos de aptitud de equipos utilizados en el tratamiento del agua de consumo humano en el interior de edificios.
¿En qué consiste la norma UNE 149101?
¿Qué es lo que garantiza a efectos prácticos la norma UNE 149101?
Una de las principales premisas de esta regla es que se lleve a cabo a cabo un ensayo en el que se demuestre que la intervención del equipo no trasmite al agua sustancias que contaminen o empeoren su calidad.
Además, también vela por que se informe al consumidor sobre las instrucciones y límites de funcionamiento del aparato, de su mantenimiento y limpieza y de las modificaciones de composición del agua tratada, entre otros asuntos.
¿Cómo se cumple con la norma UNE 149101?
El RD 140/2003 dice literalmente que los equipos “deberán cumplir” con la norma UNE 149101, pero no menciona específicamente la certificación. Con lo cual quedan abiertas dos vías: realizar los ensayos y someterse posteriormente a una inspección u obtener un certificado.
La última opción es la que más simplifica el proceso y cuenta además con la garantía de tener el visto bueno de un organismo de certificación externo que vela por que la empresa fabricante mantenga la calidad del producto, así como la trazabilidad y el correcto etiquetado.